Las anjovas, pura adicción a top water, las cuales no podemos dejar de tentar año tras año en nuestras aguas, aún y no ser todo lo abundantes que quisiéramos.
El sábado era la segunda jornada dedicada a estos peces esta temporada, en la primera la suerte no estovo de nuestro lado, ya que con el compañero conseguimos un par de ataques pero sin llegar a clavar ninguno de ellos, pero esas picadas fueron perfectas para ver que había peces por la zona y así afrontar la siguiente jornada con muchas más ganas.
Así que el sábado con las primeras luces ya estaba en el agua lanzando sin parar.
La primera hora de pesca, que suele ser la mejor, no dio ningún tipo de resultado, pero tocaba insistir cuando de repente vi un palometón nadando a lo lejos, le lancé el paseante, cuando estaba cerca veo que rápidamente se gira y una estela sigue el paseante, en estos momentos las piernas empiezan a temblar y solo quieres ver una explosión en superficie, pero como en la mayoría de veces con estos peces, esto no pasó, y pude contemplar al palometón dando media vuelta a escasos centímetros de la barca.
No pasó mucho rato cuando, por fin, el paseante voló por los aires, viendo el rostro de una buena anjova que apenas tocó el señuelo en el ataque y no se clavó.
Repetí la misma deriva y en la siguiente nuevamente un ataque fallido pero acto seguido volvió a repetir y esta vez si que quedó bien clavada, y tras unos instantes subía a bordo la primera anjova de la temporada para la foto de rigor y su posterior suelta.
Buena anjova que entró a superficie al nuevo Sakura Mousty 125F |
En la jornada del domingo salimos tarde y dedicamos la mañana a lanzar señuelos tras las anjovas otra vez. La primera picada no tardó en llegar, pero no se clavó, al poco tiempo otra picada que a media lucha se soltó y al final a la tercera pude embarcar una anjova.
Anjova con el Seaspin Pro-Q 145 |
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